1 Juan 4:1 «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.»
Efesios 4:30 «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.»
Gálatas 5:17 «Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.»
El número viviente presenció y participó en toda reencarnación humana; ya lo venía haciendo desde eternidades infinitas; en la construcción de un platillo volador, los números vivientes se ubican dentro de la galaxia platillo, como quien viajando en una nave, se ubica en el espacio; la reencarnación de cada número viviente y de cada molécula, se hace traspasando microscópicas dimensiones; es como ir atravesando cielos tras cielos; en estos cielos se vé lo desconocido; son cielos de la divina inocencia del divino Padre Jehova; sus criaturas a medida que piden reencarnar, piden influenciarse con leyes que no conocen; el todo sobre el todo, se inició y se inicia con la divina inocencia del divino Padre; el todo sobre el todo fué inocente; reencarnar y conservar tal inocencia, constituye la suprema hazaña de todo espíritu pensante; el no lograrlo se llama caída de un espíritu, en el Reino de los Cielos; los números vivientes al nacer inocentes, traen en su divina filosofía numeral, el principio numérico que dará lugar a futuros paraísos numéricos; esta jerarquía de números vivientes, reinaba en el microscópico paraíso de Adán y Eva; esta ley propia de paraísos, fué violada por la desobediencia de los primeros padres terrenales del género humano; cuando la serpiente faraónica conversando telepáticamente con Eva, la tentó a desobedecer; los números vivientes del todo sobre el todo del paraíso terrenal, optaron por retirarse; nadie del paraíso quiso ser cómplice de una desobediencia a Dios; en los paraísos, materia y espíritu, conversan telepáticamente; cuando se consumó la desobediencia, todo cambió en el paraíso; los platillos voladores dejaron de aterrizar; los elementos enmudecieron; el libre albedrío del todo sobre el todo, se revolucionó; esta ley de paraíso, la conocían muchos platillos voladores y muchos seres del paraíso; muchos sabían que Adán y Eva iban a caer en sus pruebas, que pidieron en el Reino de los Cielos; porque en un paraíso terrenal sus criaturas rivalizan amorosamente en lo profético; el número viviente del todo sobre el todo del paraíso, se desequilibró numeralmente, cuando el libre albedrío de Eva violó la ley, desobedeciendo; en los paraísos se desconoce la desobediencia; la más microscópica violación a la divina ley de Dios, no se conoce; el número viviente renegó de este par de ángeles, que pidieron ser probados en un paraíso; los platillos voladores que recogen las ideas mentales de todos los mundos, se entristecieron cuando de improviso, recogieron las ideas de Adán y Eva, que contenían el magnetismo de la desobediencia; los padres solares también renegaron y optaron por retirarse; el número viviente no quiso seguir expandiéndose en geometría de paraíso; la evolución entera del paraíso Tierra, sufrió un tremendo atraso; ni una molécula quiso continuar como tal; nadie del todo sobre el todo viviente del paraíso, quiso caer en complicidad de la desobediencia de Adán y Eva; y desde ese instante, las moléculas y virtudes del todo sobre el todo de la Tierra, se fueron reencarnando como destino en prueba; y todo espíritu con violaciones pendientes de muchos otros paraísos del universo, pidieron venir a la Tierra como una prueba; divino Padre Jehova, ¿entonces los planetas-paraísos son solidarios los unos con los otros? así es hijo; como libre albedrío tienen los espíritus, ellos escogen sus planetas; después que Adán y Eva cayeron ante Dios, la mayoría de sus hijos, que tuvieron durante la eternidad del paraíso, se dispersó por el universo; unos pocos hijos se quedaron en la Tierra; la herencia de la desobediencia, se conserva a través del tiempo, hasta que el espíritu se gane su propia inocencia; esto no significa que los hijos paguen lo que sus primeros padres hicieron; oportunidades infinitas tienen los espíritus, de volver a ser lo que fueron: Angeles del Reino de los Cielos; los números vivientes que son muy amorosos, piden a Dios, en virtud de sus libres albedríos numerales, de acompañar a muchos, en sus futuras reencarnaciones; esto dá lugar a que muchos sean muy profundos, en sus cálculos de todo orden y que sean grandes matemáticos; la cualidad está más acentuada, por antiguedad en las alianzas con los números vivientes; este saber se logra por infinitas leyes; y en todas participa el número viviente; en la construcción de los platillos voladores, se cumplen leyes muy semejantes, en lo que a deseos se refiere; lo que cambia es la cualidad y calidad del verbo solar, con respecto del verbo humano; el número viviente como toda la creación, pide futuras reencarnaciones, esperando cumplir con las primeras pedidas; esto se llama en el Reino de los Cielos, reencarnaciones adelantadas; adelantadas al tiempo; el todo sobre el todo de sí mismo, participa en lo que el espíritu desea ser; esto se hace por divinas alianzas ó divinos acuerdos; el número viviente a todos junta para extender su propio dominio numeral; toda reencarnación se hace con amorosa rivalidad filosófica; todos tratan de imponerse a todos; desde la más microscópica molécula hasta los más gigantes; es la influencia recíproca de sí mismo en todos los sentimientos que pugnan por expresarse; y en todo sentimiento está el número viviente, tratando de complacer a todos, con la condición que lo hagan, escogiendo la psicología numeral; esta psicología está reflejada en el concepto que todo espíritu tiene en su vaguedad mental, sobre lo numeral de sus propias sensaciones; el número viviente en la construcción de un platillo volador, participa en infinitas jerarquías de magnetismos; los que se expresan en los poderes de la nave; en todo platillo volador cualquiera que sea su jerarquía solar, no pueden eludir la ley del divino querubín; en todo el universo están; y en esta divina ley está la suprema prueba para todos; el tener que tratar con querubínes que no se conocen, más vale no tratar; porque se corre el infinito riesgo, de violar a lo que a ellos les fué divinamente mandado, por Sagradas Escrituras desde el Reino de los Cielos; hasta los que están en la gloria, tienen este divino cuidado; sólo los padres solares primogénitos, pueden intervenir en lo que otros desconocen; el divino verbo solar jamás se equivoca; salvo cuando se impone voluntariamente pruebas solares; el número viviente se hace solidario en grado infinito, para con los que recurren a él, para llevar a cabo tal ó cual misión; y muchas veces sucumben junto con su padre solar, al que había acompañado por eternidades; el número viviente al reencarnar en la materialización de un platillo volador, lo hace pidiendo infinitas leyes de destino; y todas se cumplen a la velocidad del rayo; el número viviente muchas veces sabe más que los mismos padres solares; y ocurre que entre infinitas moléculas de una nave solar, hay una que está probando a todos; incluso a los padres solares; es lo que se llama entre los tripulantes, la sorpresa molecular; esto ocurre entre jerarquías iguales ó menos en poder, con respecto a la molécula numeral que los prueba, y la jerarquía de los padres solares; el número viviente entabla conversaciones telepáticas con los tripulantes de los platillos voladores; y entre ellos se hacen demostraciones de poder; el poder para los tripulantes de los platillos voladores, es poder creador; ellos rivalizan amorosamente en quien puede más y quien puede menos; el más es para ellos lo colosal; y el menos es lo microscópico; el más es penetrar en el macrocosmo y el menos es el microcosmo; y rivalizan quien hace lo sublime en la más microscópica unidad de tiempo; en esta amorosa rivalidad de poderes creadores, se ven formas de magnetismo desconocidos, que asombran a los protagonistas celestiales; son demostraciones de poderes, venidos de lejanos y desconocidos sistemas de vida; todo lo aprendido en lejanas galaxias, se demuestra cuando los padres solares se encuentran en el espacio; la ciencia que se aprendió en determinado mundo, se demuestra en las criaturas por los colores ó áureas ó fluídos solares; esta ley de lo que se fué en tiempos y lugares remotísimos, constituye la sal de la vida, del verbo solar; la unidad más microscópica de la sal de la vida, son las ideas; las ideas vienen a ser las más primitivas ondas solares; el número viviente también se expresa por ondas; y su número de jerarquías de ondas numerales, no tiene fín; el número viviente estando unido a la galaxia de un platillo volador, hacen amistades con todos los divinos querubínes de inocencia solar; sucede que un número viviente es una inocencia que pidió reencarnación en número; el Querubín solar, es una inocencia que no a pedido aún reencarnación; se podría decir que el número viviente es un especialista en números; el querubín solar aún no se a especializado; esta ley es para todo cuanto exsiste; todos sin excepción alguna, tuvieron un principio de inocencia; para el número viviente su inocencia fué saturada por el magnetismo numeral; para la molécula viviente, su inocencia fué saturada por el magnetismo molecular; toda vida que pide el espíritu, es saturación magnética de sensaciones; y no conociendo a ninguna de ellas, los espíritus piden el magnetismo del conocimiento, para conocer lo que no conocían, de antes de pedir forma de vida; la sensación ó impulso mental de querer aprender tal ó cual cosa, se pidió en el instante en que se pedía volver a nacer de nuevo; y en este pedido de sensación ó impulso mental de querer aprender tal ó cual cosa, participó el número viviente; y lo hizo en todas las formas de cálculos y límites imaginables; es por esta ley es que no todos buscan perfeccionarse, en una misma forma ó método; las limitaciones que se sienten y no se ven, las pidió el mismo espíritu; y habiendo pedido limitaciones que no conocía, prometió a Dios, sobreponerse a las sensaciones que pidió y que para él eran desconocidas; pidió una prueba de vida; el número viviente que participa en la construcción de los platillos voladores, presenció todo pedido hecho por los espíritus humanos; porque todo pedido de vida humana, sus espíritus la hicieron extensiva a los platillos voladores; si así no hubiese sido, nadie conocería ni la historia ni la psicología de los platillos voladores; jamás nunca se habría pronunciado la palabra platillo volador, en la prueba de la vida; todo cuanto ven los ojos todo se pidió porque no se conocía; el número viviente estando en el todo sobre el todo, todo lo juzga en enseñanza de filosofía numérica; hasta lo primitivo, lo intuitivo de lo que se siente y no se vé, es número viviente; los platillos voladores en sus infinitas jerarquías de platillos, poseen la divina jerarquía de platillo volador numeral; la especialidad adquiere jerarquías que no tienen límite ni lo tendrán jamás; el número viviente extenderá por siempre su reinado numeral; porque siempre se necesitará del cálculo y de la medida; principiando por la vida misma que se pidió a Dios; el número viviente es tan heredero del Reino de los Cielos, como lo es el espíritu humano; el destino humano pende de lo más microscópico, que posee su todo sobre el todo; y lo microscópico se convierte en número viviente de los cielos invisibles; porque toda sensación que durante la prueba de la vida, se sintió y no se vió, constituyen invisibles cielos de sensación; lo sentido y lo no visto, son infinitos universos que prestaron su divino concurso ó divina alianza, para que el espíritu humano conociera la vida humana, con las mismas características como la pidió; en todo instante se es, porque el universo entero contribuyó a ello; los todos sobre los todos, se apoyan mutuamente para llegar a ser un todo; el número viviente estando en todo lo imaginable, se transforma por siempre jamás; toda transformación implica vivir una determinada forma geométrica; sea ésta lenta ó instantánea; sea en lo visible ó sea la transformación en lo invisible; instante por instante, el número viviente estará participando, molécula por molécula; el número viviente se trasmuta reencarnando y pasando por toda la infinita gama de elementos de infinitos planetas; es común entre ellos, el de reconocerse en un instante dado y en un punto dado del cosmos infinito; lo no reconocible se vive porque se pidió como sensación que no se conocía; esto de reconocerse en un instante dado, se llama en el Reino de los Cielos, reencarnación reconocida; y esto sucede a través de las propias virtudes del espíritu pensante; en este reconocimiento está también el número viviente, encarnado en filosofía de reconocimiento numeral; los instantes del espíritu, los pidió en el Reino de los Cielos y en todo instante pedido, está el número viviente; el número viviente reencarnó en el instante, como filosofía de instante numeral; el número viviente siendo de todos, porque todos lo piden, cuando desean conocer formas de vida que no conocen; cuando el número viviente pide reencarnar en la construcción de un platillo volador, lo hace pensando en engrandecer su propia herencia numeral; piensa en las glorias de sus reinos numerales; tal como el espíritu humano piensa en la gloria de su Dios; todo pensar tiene su reino ganado, en lo que pensó; el que en nada pensó nada ganó; en la sensación llamada nada, también está el número viviente; en esta sensación el número viviente se vuelve número sin expresión filosófica numeral; la nada es una sensación semejante a la suerte; la suerte no es del Reino de los Cielos; porque en el Reino de los Cielos exsisten leyes que tienen destino; la llamada suerte no la tiene; los que pronunciaron la palabra suerte, en la prueba de la vida, no entrarán al Reino de los Cielos; porque no exsistiendo la suerte en el reino de Dios, ésta nadie la pidió; la extraña suerte salió de una extraña psicología, salida de un extraño sistema de vida, que en sus leyes dudó de lo infinito de Dios; el número viviente no pidió reencarnar en la suerte; no pidió reencarnar en lo que no tenía destino; los que creyeron en la suerte, creyeron en su no destino; a su herencia dejaron sin destino; y no se puede servir a dos señores, diciendo que se sirve a uno; no se puede servir al Señor del Reino de los Cielos, si el espíritu a la vez, se aferra al señor de la suerte; porque se divide entre la luz y las tinieblas; el espíritu vive una sensación dividida, que no pidió en el Reino de los Cielos; esto se dice en el Reino: Vivir sensaciones extrañas a lo pedido en el Reino; exsisten muchas clases de extraño; en la suerte extraña, no participó el número viviente, ni ninguna de las virtudes del espíritu; y sólo el espíritu responde de una sensación que no tenía destino; esta ley se aplica por igual a los juegos de azar, que surgieron durante la prueba de la vida; lo ganado en juegos de azar, desvirtúa a lo ganado con honradez y sacrificio; la ganancia mental se divide entre la ganancia ganada, cumpliendo los divinos mandatos de la luz, y la ganancia ganada cumpliendo extrañas y desconocidas leyes de las tinieblas; el número viviente no hace alianzas numerales, para con lo extraño al Reino de los Cielos; se llama extraño, a todo aquéllo que no está escrito en el reino; la prueba de la vida consistía, en no dejarse influenciar, por sensaciones extrañas, a lo pedido en el Reino de los Cielos; las sensaciones extrañas a que se sometió el espíritu, durante la prueba de la vida, hace que su todo sobre el todo, le inicie un divino juicio delante de Dios;
el número viviente está entre trillones y trillones de acusadores; así como en los platillos voladores exsisten leyes de prueba, así también las había en todo espíritu humano, que pidió conocer la vida humana; el número viviente está en toda ciencia que sale de todo libre albedrío pensante; porque estando lo numeral en sus propias ideas geométricas, la herencia que es la ciencia, también recibe la influencia numeral de las ideas; las ideas que están compuestas por sensaciones, hacen alianzas, cuando el espíritu las magnetiza con su libre albedrío; el hecho de pensar, hace que el espíritu en forma inconciente, esté reencarnando su propia individualidad en las ideas; en todo lo que se pensó en la prueba de la vida, siempre, instante por instante, la individualidad estuvo haciendo reencarnaciones microscópicas; es por esto es que fué escrito: Lo de arriba es igual a lo de abajo; porque hay reencarnaciones en el Reino de los Cielos y reencarnaciones en el ser humano; esto se llama en el Reino de los Cielos, potestad humana para reencarnar a otros; la microscópica potestad humana, es herencia salida del reino; el divino Padre Jehova hace reencarnaciones gigantescas en el Macrocosmos llamado Reino de los Cielos; y sus hijos humanos lo hacen en el microcosmo en un planeta-polvo llamado Tierra; lo de arriba es igual a lo de abajo; en lo microscópico de cada uno, se efectuaba lo que muchos negaron y hasta ridiculizaron; los que negaron y ridiculizaron lo que no conocían, no volverán a entrar al Reino de los Cielos; es más fácil que entren al Reino de los Cielos, los que respetaron lo que no conocían ó lo que no sabían; a que puedan entrar, los que se dejaron influenciar por la extraña tiniebla llamada burla; el número viviente al poseer un libre albedrío de número, escoge a las sensaciones que más le atraen y le agradan; tal como los espíritus pensantes escogen su forma de vida; el número viviente siente lo que siente un espíritu; porque él también fué espíritu; y todo espíritu fué, es ó será número viviente; el número viviente siente que los demás tratan de aprender de él; sabe que es buscado en el Reino de los Cielos, para hacer divinas alianzas de vida planetaria; en el Reino de los Cielos, unos se buscan con otros; el hablar viviente se convierte en deseos de conocer, nuevas y desconocidas formas de vida; las alianzas son infinitas y la decisión una; los tripulantes de los platillos voladores entran y salen del reino, en un divino tráfico, que no tiene igual; los números vivientes les acompañan a todas partes; en el reino de Dios todo es alegría inaudita; todo lo imaginable en perfección allí se encuentra; un divino lugar en donde no se conoce límite alguno; sólo el divino Padre Jehova, conoce lo que otros no conocen; y su número no tiene límites; el número viviente visita infinitas moradas, que en su infinito conjunto, son llamadas La Casa de Jehova; en estas moradas celestiales, se encuentran todos los que vivieron y fueron familiares en lejanos y ya desaparecidos planetas; en el Reino de los Cielos, los espíritus conversan con las que fueron sus propias sensaciones en vidas planetarias; el todo sobre el todo, se dispersa tal como era, de antes de unirse a determinado espíritu; el número viviente que acompañó a tal ó cual espíritu, a conocer tal ó cual forma de vida, medita y saca sus propias conclusiones, después de pasar encerrado en un microscópico sol, llamado en el reino, espíritu pensante; y en su libre albedrío de número viviente, él decide si seguir ó no acompañando, al espíritu, en otros pedidos de prueba de vida; ocurre que cuando el espíritu al que se unió por un instante, violó la ley de Dios, el número viviente y todo lo microscópico de que estaba compuesto el todo sobre el todo, del espíritu, todos se niegan a volver a acompañarle, a que vuelva a conocer nueva forma de vida; sólo la divina intervención del Padre Jehova, permite que los elementos se decidan a unirse a tal ó cual espíritu; esta divina ley es consecuencia del libre albedrío de la materia y del espíritu, en sus respectivas leyes; el número viviente se vá a sus universos numerales, de donde había salido, para unirse a un determinado espíritu que había solicitado su divino concurso; y cada una de las virtudes del pensar humano, vuelven a sus respectivos reinos; las moléculas vuelven a sus reinos de moléculas, las células a sus reinos de células etc, etc; el todo sobre el todo que acompañó al espíritu durante la prueba de la vida, se materializa después de su reencarnación con el espíritu; esta divina ley, le fué demostrada al mundo de la prueba, en la divina persona del Hijo Primogénito Solar Cristo; la transfiguración del hijo solar, fué una ley solar, que el mismo mundo de la prueba, pidió a Dios, cuando pidió venir al planeta de prueba Tierra; la transfiguración es divina ley eterna y normal en el Reino de los Cielos; cuando los espíritus venidos de los lejanos planetas polvos, llegan al Reino de los Cielos, sus divinos juicios se hacen fuera del reino; porque al Reino de los Cielos se entra, con la misma inocencia conque se salió; ni una molécula de inocencia de menos; sucede que en los espíritus que violaron la ley de Dios, su poder mental, se vá reduciendo a medida que mayormente se dividió un espíritu; es la obra mental, lo que hace que el espíritu se divida; el todo sobre el todo, principia a abandonarlo; la prueba de la vida consistía en que esto no ocurriera; el número viviente que en toda sensación está, se llena de pavor cuando vé que el propio espíritu, fué el causante de la división; la lucha mental del espíritu, en la prueba de la vida, consistía en unificarse entre materia y espíritu; el número viviente en el divino Juicio, se aferra al divino mandato de Dios, en sus pedidos de prueba, como sensación numeral; no se apoya a lo del espíritu, al cual se unió para que ambos conocieran la vida humana; el número viviente al igual que las moléculas, ven que el espíritu que violó la ley de Dios, dividiéndose, ven con espanto su caída; ven su desnudez y su destino incierto; el número viviente siente que no puede defender al espíritu delante de Dios, porque éste carece de moral; el hecho de haber vivido en un extraño sistema de vida, en que la psicología de la división fué considerada como normal, hace que el espíritu desvirtúe a la propia moral, que pidió en el Reino de los Cielos; el número viviente en su divina defensa numeral, delante de Dios, trata de salvarse de los errores cometidos por el espíritu; no quiere ser acusado de cómplice en el divino juicio; esta actitud ocurre en el todo sobre el todo, que pidió acompañar al espíritu a la prueba de la vida; el número viviente pidió a Dios, lo mismo que pidió el espíritu; lo numeral en sus leyes de numeral y el espíritu en sus leyes de espíritu; los divinos Mandamientos fueron pedidos por todos; por la materia en sus leyes de materia y por los espíritus en sus leyes de espíritus; el número viviente como el todo sobre el todo, pidieron también el olvido del pasado, porque no lo conocían como sensación; tal como lo pidió el espíritu pensante; en los platillos voladores los números vivientes pidieron sensaciones solares; que corresponden a una gloria materializada en forma de platillo volador; en esta ley no exsiste la psicología de prueba; en un platillo volador todos ven su pasado y su lugar de orígen y su futuro; en la construcción de un platillo volador, su destino se expresa molecularmente; lo sabe la más microscópica molécula como lo sabe un padre solar; allí nada se oculta y todos respetan lo íntimo; la vida diaria en un platillo volador, es de una relatividad infinita; ellos se dan los tiempos que necesitan; son creadores de tiempos y espacios; ocurre que en los platillos voladores, cuando se penetra en una dimensión desconocida, sus tripulantes solares crean en forma instantánea, tiempos tan microscópicos, que con ellos penetran en el tiempo desconocido, de la dimensión desconocida; este divino poder solar, se cumple en el todo sobre el todo, de un platillo volador; y este poder es proporcional al poder del propio verbo solar; lo que no puede el poder de una nave, lo puede el poder de otra nave; es la eterna sucesión de poderes que no tiene fín; conocidos como los divinos poderes del Reino de los Cielos; el número viviente cuando pide unirse a un platillo volador, lo hace, viéndolo todo, antes de pedir reencarnación en el platillo volador; esto ocurre en la television solar ó libro de toda vida; en estas mismas televisiones solares, estuvo el espíritu humano, viendo los sucesos y pormenores de su futura vida humana; este fascinante hecho, lo verá de nuevo, el mundo de la prueba, en el divino Juicio Final; cuando la television solar principie a brotar en la atmósfera misma; el número viviente y toda virtud, se expresan a través de la television solar; esta comunicación es tácita é instantánea; se expresa cuando la mente desea saber de algo que no conoce; y dentro de ese algo, está su pasado, su lugar de orígen, y su futuro; los platillos voladores también poseen la television solar; y la llaman la television universal; porque allí se ven infinitas historias de mundos, que jamás tendrán fín; el número viviente, las moléculas, las virtudes, los poros, las células, las ideas, los microbios etc, etc, del todo sobre el todo, cuentan sus historias originales, que principiaron en el Reino de los Cielos; el número viviente maravillará al mundo de la prueba en grado infinito; de este número divino, dependen los tamaños futuros, que tendrán los productos de la Tierra; el hijo de Dios en su divina gloria, hará crecer todo fruto de la tierra, a un tamaño tal, como jamás vieron ojos humanos; el número viviente se comporta en los platillos voladores, en infinitas psicologías individuales-numerales; cada número viviente, posee su propia individualidad de número; tal como la posee la criatura humana; un libre albedrío de un número viviente es tan pensante como lo sería un espíritu; lo que tiene el espíritu, lo tiene el número viviente en su respectiva ley de número; el número viviente en su individualidad de número, se expresa en sensaciones, virtudes, ideas, elementos; en donde exsiste medida, límite, peso etc, allí está el querubín numeral; todo número viviente crea sus propias leyes numerales, a medida que reencarna en tal ó cual alianza de vida; toda su gloria ó divina jerarquía de número, de él sale; tal como el futuro destino de un espíritu humano, sale de sí mismo; sale de sus propias obras; el número viviente escoge la psicología numeral, de acuerdo a sus propias características que posee en su individualidad numeral; tiene su propia manera de ser, como la tiene el espíritu; los números vivientes participan en todos los niveles de cálculos, que piden los espíritus en sus reencarnaciones; todos recurren a ellos, para poder conocer la sensación del cálculo; y dentro de la propia sensación, infinitos niveles de cálculo; todos pidieron el límite en sí mismo, dentro de lo que podría hacer la capacidad; y todos pidieron sentir el infinito, subordinado a sus propias sensaciones; el número viviente participó en todo lo microscópico del todo sobre el todo, que cada cual pidió en su propia reencarnación; en cada poro de los trillones de poros, que cada uno posee en sí mismo; tal como sucede en los infinitos platillos voladores; en sus construcciones participa el número viviente, molécula por molécula, del todo sobre el todo, del platillo volador; el número viviente nace también pidiendo cálculos numéricos; su divina reencarnación numeral, es un magnetismo de sucesivas vibraciones, cuyas moléculas están todas unidas, a colosales soles numerales; la unión entre moléculas es por magnetismo radiante, que en su libre albedrío, hacen todas las geometrías imaginables; una de ellas es el cordón ó línea solar; la numeración viviente correspondiente a la evolución humana, prefiere en su libre albedrío numeral, al cordón solar; llamado también, invisible dimensión; todas las moléculas tanto de la materia como del espíritu, están unidas por cordones solares; en los platillos voladores ocurre igual; lo mismo en cada planeta, sol, galaxia, universo, cosmos; hasta la invisible idea que todos generan a diario, está compuesta por trillones de cordones solares; cada cordón microscópico, corresponde a la influencia magnética de cada poro de carne, del todo sobre el todo, de sí mismo; la individualidad de cada uno, está compuesta de otras infinitas y microscópicas individualidades; éstas corresponden a las sensaciones que la individualidad misma siente y vive; toda sensación que se siente y no se vé, posee tantos otros cordones solares, en dimensiones decrecientes; es decir que mientras más de lo profundo surge una sensación, más microscópica es su dimensión; esto se llama en el Reino de los Cielos, la sensación dentro de la sensación; y el número viviente está en trillones de medidas de capacidad en la sensibilidad de cada uno; en la evolución humana, unos son más sensibles que otros, porque sus propias sensaciones, pidieron conocer, sensaciones más cercanas a la propia inocencia; lo semejante a la inocencia, representa en las reencarnaciones, la mayor de las sensaciones angelicales; el número viviente en este caso, es contemplativo en inocencia filosófica; los menos sensibles pidieron en sus reencarnaciones, una sensación, que los alejó de la sensación angelical; la mayor influencia en sus pedidos de sensaciones, a probar en la vida humana, fué más cercana al magnetismo de la carne; la criatura humana posee 318 sensaciones, que están dentro del todo sobre el todo, en magnetismos de colores; este magnetismo ó espectro de colores, muchos le llaman Aurea; en el Reino de los Cielos se le llama Fluídos Solares; y representa la sal de la vida ó filosofía pensante de cada uno; en los platillos voladores también exsisten los fluídos solares de infinitos colores; en todo cuerpo humano y de todo animal, los fluídos irradian desde adentro hacia afuera, al impulso del propio pensar; por cada idea que se piensa, es una onda omega de color que nace; al nacer la idea, su color se proyecta en dimensión expansiva; su microscópico crecimiento, cumple la misma ley, del crecimiento de un planeta; la ley de arriba de lo colosal, se cumple abajo, dentro de un cuerpo de carne microscópico; la sal de la vida se expresa, en la forma de ser de la propia individualidad; el número viviente se modifica en su cualidad y calidad de individualidad, según como pensó el espíritu; en un platillo volador, esta cualidad y calidad, se expresa en mandatos solares que la mente solar, ejerce sobre las moléculas físicas de la nave; la cualidad representa la filosofía de cada uno; y toda filosofía sin excepción alguna, está subordinada en su cualidad y calidad, al concepto que la criatura pensante, tenía del infinito del universo; la calidad es la jerarquía ó poder, de lo pensado; el libre albedrío se va enriqueciendo en sabiduría, a medida que el espíritu vá conociendo mayor número de sensaciones, en cada nacer de nuevo ó reencarnación; porque reencarnar ó volver a nacer de nuevo, para conocer vida nueva, son una misma ley; una ley se puede expresar de muchas maneras, y es la misma ley; como libre albedrío tiene el conocimiento viviente delante de Dios, es que la reencarnación pidió al Eterno, darse a conocer al mundo de la prueba, en palabra y psicologías diferentes; es por esto es que fué escrito en el divino evangelio del Padre Jehova: Todo espíritu nace de nuevo; y nace de nuevo para conocer vida nueva; es porque nada tiene límites en el divino poder de Dios; muchos en la prueba de la vida, sabían que se había enseñado, que Dios era infinito; y sabiéndolo, dudaron a la vez, si el Creador podría darles otras exsistencias; de todos los que cayeron en esta extraña contradicción, ninguno volverá a entrar al Reino de los Cielos; porque es más fácil que vuelva a entrar al reino, uno que no puso límites mediante la duda, al divino poder de Dios; ninguno de ellos pidió empequeñecer lo de Dios; la prueba de la vida consistía en que habiendo pedido el espíritu, un olvido de su pasado, no negaría el poder de su propio Creador; el olvido del pasado se pidió, porque no se conocía; toda sensación que no conocen los espíritus pensantes, piden a Dios conocerla; el número viviente cuando vé que el espíritu, al cual se unió, niega algo a Dios, se pone en contra del espíritu; porque sabe que el espíritu negador, no tiene el infinito poder de Dios; el libre albedrío pensante siempre se asegura la eternidad, defendiendo a quien pueda darla; el número viviente en su libre albedrío numeral, niega su futuro concurso al espíritu que negó, que negó tan sólo una molécula al poder de Dios; el todo sobre el todo en su libre albedrío, toma igual determinación; en los platillos voladores también saben y en todo instante, quien de determinado mundo, tiene la extraña costumbre de quitarle poder a su propio Creador; lo saben a través del magnetismo instantáneo, que emanan las propias ideas que ellos recogen; la comunicación telepática que ellos poseen, es entendiendo por igual, tanto a la materia como al espíritu; son vibrantes con todo lo exsistente; conversan tanto con la criatura, como con una de sus ideas, molécula, virtud ó espíritu; y lo hacen con una sensación de normalidad, tal como la posee la criatura humana, en sus propias maneras de comunicarse; el número viviente al reencarnar tanto en platillo volador como en una criatura, lo hace penetrando en sus leyes; el número viviente irradia su propia sensación numeral en forma de magnetismo; el libre albedrío que es otro magnetismo, se siente atraído por la sensación numérica; la idea escogida por el libre albedrío, se identifica con la sal de la vida, de la individualidad pensante; esto se llama en el Reino de los Cielos, cualidad y calidad de la sal de la vida; y se le define como una alianza hecha entre el espíritu que pidió y el número viviente de su propio pedido; los sucesos que a cada uno ocurren, ocurren porque así lo pidió el espíritu; y dentro de su pedido pidió, hacer variar en grado infinito lo que no conocía.-
ESCRIBE: ALFA Y OMEGA.-